Mikele Landa
Año de residencia
La semilla de Senda parte de vivencias encontradas, recuerdos y notas acumuladas en cuadernos. En 2019 viajé por primera vez a África por trabajo. Malí me mostró consecuencias materiales de sucesos que yo doy por imposibles. Desde entonces reflexiono y me aferro a una afirmación: la verdad propia puede toparse de frente con la verdad opuesta de otra persona. Aunque se contradigan, ninguna puede afirmar que la contraria no existe. Por eso busco, me cobijo en las luces y en la oscuridad a través del cine; donde los límites entre lo humano, lo mágico y lo natural se difuminan. Tomo esta película entre mis manos y la moldeo para que Oihana, Agustina y Bakary adquieran la valentía y la vulnerabilidad suficiente para transformarse el uno al otro, sin dejar de ser.